Caudalie: la felicidad en tres actos
Caudalie: nombre francés que significa una unidad de medida en vinoterapia. Vinoterapia: término mágico que evoca viñedos, sol en el sur de Francia, amor, la delicada y encantadora película French kiss con Meg Ryan rebosando joie de vivre, verano y aroma a bodega en el mes de octubre.
Me he cruzado con esta marca en tres ocasiones, y siempre en momentos de plenitud, de alegría bulliciosa. Tres segundos, tres descubrimientos, tres motivos de gratitud.
Como la firma es de todos conocida, me limito a señalarles un buen post de un buen blog que habla de ella... y a dedicarle un homenaje festivo y nostálgico a la vez.
La conocí a finales del año dos mil siete en Pampaluna, en casa de mi amiga Sonsoles. Era septiembre, un mes reflexivo, de cambio y duermevela. Dormíamos mi amiga y yo en su habitación, en dos camas rodeadas de globos, ya que acababa de ser su cumpleaños, y arropadas por un aroma que flotaba en el aire, mezcla del perfume Eau de campaigne de Sisley, la manteca corporal de coco de The body Shop y el gel Fleur de Vigne de Caudalie que alguien le había regalado.
Esos olores tan diversos, de campiña, trópico y viñedo, se entrelazaron en mi memoria y componen las notas del mejor de los perfumes: el recuerdo de un mes feliz.
Un año después conocí el agua termal de esta casa. Es el tónico más calmante, suavizante y poético que pueda existir. Huele a uva madura por el sol, a verano en un pueblo de las montañas vascas, a rebotica de sabor antiguo y ancestral... a tiempo detenido: le dediqué uno de mis posts cosméticos en mi otro blog, cuando aún no había abierto este espacio.
Tercer acto en esta comedia de happy end que protagonizamos la casa francesa y yo: el pasado fin de semana, en Madrid, tras haber disfrutado de toda una tarde entre libros.
Me adentro en una farmacia pensando en rematar mi ritual de belleza con una buena crema de día, ligera y fundente al mismo tiempo... Y, como si hubiera adivinado mis deseos, en la penumbra de la tarde me estaba esperando el tubo de crema sorbete más delicioso que he probado en años.
Con el agua de uva repleta de antioxidantes polifenoles y la camomila de poderosos efectos calmantes como absolutos protagonistas de una fórmula irreprochable; con su textura de cuento de hadas, a medio camino entre la potencia y el ser; y con esta magnífica reseña de Cosuki Naru temblando aún en mis retinas, ¿cuántas milésimas de segundo tardé en sacar de mi bolsito los 22 euros que pedían por ella?
Me he cruzado con esta marca en tres ocasiones, y siempre en momentos de plenitud, de alegría bulliciosa. Tres segundos, tres descubrimientos, tres motivos de gratitud.
Como la firma es de todos conocida, me limito a señalarles un buen post de un buen blog que habla de ella... y a dedicarle un homenaje festivo y nostálgico a la vez.
Tomé esta imagen de este blog, y su autora la tomó de http://www.flickr.com/photos/katieshester |
La conocí a finales del año dos mil siete en Pampaluna, en casa de mi amiga Sonsoles. Era septiembre, un mes reflexivo, de cambio y duermevela. Dormíamos mi amiga y yo en su habitación, en dos camas rodeadas de globos, ya que acababa de ser su cumpleaños, y arropadas por un aroma que flotaba en el aire, mezcla del perfume Eau de campaigne de Sisley, la manteca corporal de coco de The body Shop y el gel Fleur de Vigne de Caudalie que alguien le había regalado.
Esos olores tan diversos, de campiña, trópico y viñedo, se entrelazaron en mi memoria y componen las notas del mejor de los perfumes: el recuerdo de un mes feliz.
Un año después conocí el agua termal de esta casa. Es el tónico más calmante, suavizante y poético que pueda existir. Huele a uva madura por el sol, a verano en un pueblo de las montañas vascas, a rebotica de sabor antiguo y ancestral... a tiempo detenido: le dediqué uno de mis posts cosméticos en mi otro blog, cuando aún no había abierto este espacio.
Tomé esta imagen de este blog |
Tercer acto en esta comedia de happy end que protagonizamos la casa francesa y yo: el pasado fin de semana, en Madrid, tras haber disfrutado de toda una tarde entre libros.
Me adentro en una farmacia pensando en rematar mi ritual de belleza con una buena crema de día, ligera y fundente al mismo tiempo... Y, como si hubiera adivinado mis deseos, en la penumbra de la tarde me estaba esperando el tubo de crema sorbete más delicioso que he probado en años.
Con el agua de uva repleta de antioxidantes polifenoles y la camomila de poderosos efectos calmantes como absolutos protagonistas de una fórmula irreprochable; con su textura de cuento de hadas, a medio camino entre la potencia y el ser; y con esta magnífica reseña de Cosuki Naru temblando aún en mis retinas, ¿cuántas milésimas de segundo tardé en sacar de mi bolsito los 22 euros que pedían por ella?
mmmmmm exquisito.By Madrid.
ResponderEliminarUna experiencia estupenda, a mi ya sabes que es una marca que me encanta y desenfundo rápido también cuando la encuentro jajaja BESOS!
ResponderEliminarLa verdad es que tiene una pinta estupenda, sobre todo que sea tan ligera me ha gustado mucho. Besotes
ResponderEliminarPues yo quiero probar esta marca pero no la encuentro en mi ciudad así que espero un viaje de esos expréss a la capital del reino para hacerme con su agua de belleza.
ResponderEliminarUn beso.
Ay sabía que te esta cremita te iba a encantar, a mí me ha salvado después de mi brote alérgico con la depilación con hilo. Es una delicia la textura, el aroma... me alegro mucho de que te haya gustado :)
ResponderEliminarUn besazo y gracias por la mención
¿Y el agua de belleza qué te parece?
ResponderEliminarTambién me hice con ella en verano ... Pero no me gustó nada. Tiene alcohol y mentol imagínate la gran alergia que me dio.
EliminarGracias entonces no me la compraré.
EliminarTengo aún las cremas sin probar, se me acumula el trabajo, jaja!
ResponderEliminarBesos!