Mi alumno peluquero me corta el pelo/ Koh-i-Noor: a veces, lo caro vale la pena
En Sevilla, mi pelo era sedoso y ondulado, hasta tenía tirabuzones naturales si lo lavaba con uno de esos champús sólidos de Lush... Era suave y agradecido, jamás precisó de mascarillas ni de planchas y aunque a veces se aborrascaba acaracolándose, nunca nunca nunca había sido poseído por la electricidad como le ocurre aquí, en Logroño.
He fatigado perfumerías en busca de los champús adecuados. He alternado mascarillas nutritivas con ausencia total de mascarillas. Nada dio resultado hasta que, hace unos cinco días, decidí cortármelo e invertir en un buen cepillo y un buen peine.
La idea de cortar drásticamente mi melena surgió de imprevisto, como la inspiración sorprende a los poetas. Fue un rapto de locura divina la que me llevó a pedirle a mi alumno peluquero, Jesús Moreno Velasco, que metiera las tijeras e intentase hacer algo creativo con mi cabello.
Jesús fue mi alumno en Didáctica de la Literatura, consiguió muy buena nota y luego me pidió que le dirigiera su Trabajo de Fin de Grado. Quiero dejar claro que ahora no soy su profesora sino su directora, por lo que no seré yo quien le evalúe.
Estábamos en su peluquería, que en realidad es un salón para caballeros en la calle Galicia (en Logroño). Había acudido allí al salir de la oficina para debatir un asunto de la investigación. Cerró la peluquería y nos pusimos a trabajar: unas horas extras que me pagó con un corte de pelo decidido, valiente, despejado y muy favorecedor.
¿Lo mejor de la velada? Sin duda, el hecho de que mientras me lavaba la cabeza seguíamos hablando de marcos empíricos, referencias bibliográficas y propuestas de intervención en el aula. Y otra cosa: como los asientos estaban pensados para varones, tuvo que ponerme un altillo "que suelo guardar para los impúberes", remachaba con la guasa zumbándole en los ojos.
Al día siguiente compré accesorios de la marca Koh-I-Noor, haciendo caso al refrán bíblico: a vino nuevo, odres nuevos. Me dirigí a la perfumería Muro y me enseñaron este cepillo y este peine de carey. No voy a mentir: el cepillo me costó treinta y cinco euros y el peine, veinte. Dolió un desembolso tan grande, pero cuando cepillé mi nueva melena por vez primera, di gracias a Dios, a la perfumería y a mi nómina por tal milagro.
Tanto el peine como el cepillo dejan el pelo suelto, brillante, como lo tenía antaño. Sin ni un átomo de electricidad. Y ha reducido en un ochenta por ciento la rotura del pelo, que con otros cepillos era inevitable.
A veces hay que jugar fuerte para cambiar una situación que no te gusta. Lo hice hace dos años, viniendo a vivir a La Rioja, pero ahora no me refería a asuntos tan vitales. Fue uno de esos momentos en los que una está tan desorientada que se pone en manos de un experto y le dice: haz lo que quieras.
Jesús acertó. Y la dependienta de la perfumería Muro, también.
He fatigado perfumerías en busca de los champús adecuados. He alternado mascarillas nutritivas con ausencia total de mascarillas. Nada dio resultado hasta que, hace unos cinco días, decidí cortármelo e invertir en un buen cepillo y un buen peine.
La idea de cortar drásticamente mi melena surgió de imprevisto, como la inspiración sorprende a los poetas. Fue un rapto de locura divina la que me llevó a pedirle a mi alumno peluquero, Jesús Moreno Velasco, que metiera las tijeras e intentase hacer algo creativo con mi cabello.
Corte de pelo by Jesús Moreno, peluquería Alexandre (Logroño) |
Jesús fue mi alumno en Didáctica de la Literatura, consiguió muy buena nota y luego me pidió que le dirigiera su Trabajo de Fin de Grado. Quiero dejar claro que ahora no soy su profesora sino su directora, por lo que no seré yo quien le evalúe.
Estábamos en su peluquería, que en realidad es un salón para caballeros en la calle Galicia (en Logroño). Había acudido allí al salir de la oficina para debatir un asunto de la investigación. Cerró la peluquería y nos pusimos a trabajar: unas horas extras que me pagó con un corte de pelo decidido, valiente, despejado y muy favorecedor.
¿Lo mejor de la velada? Sin duda, el hecho de que mientras me lavaba la cabeza seguíamos hablando de marcos empíricos, referencias bibliográficas y propuestas de intervención en el aula. Y otra cosa: como los asientos estaban pensados para varones, tuvo que ponerme un altillo "que suelo guardar para los impúberes", remachaba con la guasa zumbándole en los ojos.
Koh-i-Noor |
Al día siguiente compré accesorios de la marca Koh-I-Noor, haciendo caso al refrán bíblico: a vino nuevo, odres nuevos. Me dirigí a la perfumería Muro y me enseñaron este cepillo y este peine de carey. No voy a mentir: el cepillo me costó treinta y cinco euros y el peine, veinte. Dolió un desembolso tan grande, pero cuando cepillé mi nueva melena por vez primera, di gracias a Dios, a la perfumería y a mi nómina por tal milagro.
Tanto el peine como el cepillo dejan el pelo suelto, brillante, como lo tenía antaño. Sin ni un átomo de electricidad. Y ha reducido en un ochenta por ciento la rotura del pelo, que con otros cepillos era inevitable.
A veces hay que jugar fuerte para cambiar una situación que no te gusta. Lo hice hace dos años, viniendo a vivir a La Rioja, pero ahora no me refería a asuntos tan vitales. Fue uno de esos momentos en los que una está tan desorientada que se pone en manos de un experto y le dice: haz lo que quieras.
Jesús acertó. Y la dependienta de la perfumería Muro, también.
A mi ya sabes que me has encantado con el pelo así cortito!
ResponderEliminarUn besazo!
Yo te veo muy jovial con ese corte de pelo, creo que te aporta ligereza, frescura, me gusta!
ResponderEliminarBesos!
uff yo tengo el pelo super castigado, pero no seria tan valeinte como tu de cortarmelo radicalmente
ResponderEliminarMe encanta tu corte de pelo, te queda fresco y sobretodo verás cómo ese encrespamiento no vuelve en mucho tiempo.
ResponderEliminarUn beso.
Qué bien te queda el corte¡¡¡¡ A veces no le damos importancia a objetos cotidianos y sin embargo son más importantes que los productos de belleza que podamos comprar... además aunque sean caros, seguros que te duran un montón de años, con lo que al final sale barato :):)
ResponderEliminarUn beso,
Que bien que te funcione así el cepillo! besos
ResponderEliminarEstás muy guapa,el corte de pelo te sienta muy bien.Me alegro que tengas esas herramientas capilares tan buenas.
ResponderEliminarUn saludo
Hola, me gusta el cambio, queda muy bien, asi que buena decisión. El peine y el cepillo son caros pero te durarán mucho y si van bien es lo que importa. Lo mejor de la entrada, que mientras te cortaba el pelo siguierais hablando de lo académico, besitos
ResponderEliminarBueno, el peine no se gasta, por lo que no me parece tan caro como a lo mejor un champú que cueste también los veinte leuros y que se gasta y a lo mejor no funciona...
ResponderEliminarGracias por vuestros comments.
ResponderEliminarLo curioso es que a mí me gusta el pelo largo, lo he hecho por sanear... y de repente me encanta. Y a la gente también.
Eso sí, estoy deseando que me crezca un poquito, solo un poco, para meter las puntas para adentro y que parezca un long bob. Ahora las puntas van para afuera a su aire, un poco tipo duende despeinado. Lo que más me gusta de cortarme el pelo es que como pierde peso se riza.
Un peine de carey, es como de cuento de hadas...
ResponderEliminarLos peines de carey es que son una bendición, yo tengo alguno por casa y duran generaciones, aún se encuentran donde puedas comprar extensiones, peinetas y similares, en Madrid hay varios. Creo que es una buena inversión a largo plazo. Besotes
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