Blossoming Beauty de Kiko (III), las polveras de las que habla Ratolina

Por una vez, me adelanté a mi youtuber de cabecera: vi estas adorables polveritas amarillas y blancas en mi tienda de gama media favorita y me hice con ellas a finales de febrero.

Un poco después, Ratolina empezó a hablar tanto en sus stories como en su canal del magnífico bronceador de la colección Blossoming Beauty de Kiko.

Se trata de una preciosa pastilla de color con el leit motiv de la edición limitada, una rosa, en relieve. Y se trata de unos polvos de sol sin brillo pero tampoco opacos, mates pero con algo de fulgor satinado.

Por supuesto, la polvera fue el motor que me hizo comprarlos: un fetiche de coleccionista, lo reconozco. Era tan bonita que no me podía quedar sin ella, por los dieciséis euros que cuesta y por la maravilla de color de encierra.

Y sí, tengo polvos de sol para esta vida y para la otra, pero el tono uno tiene ese matiz caramelo dorado que no encuentro en ninguno de los bronzers que hay ahora mismo en mi tocador, a saber: uno muy frío de Zara Beauty, unos Laguna de colección de Nars y los polvos de la colección Charming scape de Kiko, de subtono rosado.

La otra polvolvera que me llevé es blanca como la nieve y atesora los famosos polvos perfeccionadores. Edurne me dijo que eran un superventas de la firma, que hay gente que se lo lleva de cinco en cinco..., y no me extraña.

Me alegra estrenarme con este producto bajo un envase tan absolutamente arrebatador.

Aunque parezca mentira, no hay en mi extensa colección de maquillaje nada parecido: lo cierto es que no suelo matificar mi rostro, o uso base líquida o base en polvo y se acabó.

Pero estos delicados polvos blanquecinos sirven para mucho más que para matificar, como solía ocurrir antaño.

Subliman e iluminan la piel sin aportar ni una partícula de brillo son sedosos y finisimos y no, tampoco brindan un aspecto fantasmal al rostro por ser blancos.

Aquí podéis ver ambas polveras en acción: el bronceador número uno de la colección tiñendo de rubor dorado mis mejillas, y el polvo perfeccionador a lo largo del tabique nasal, frente y mentón.

¡Y el maquillaje resistió a la mascarilla, y se veía etéreo y angelical!